Animación en el Territorio25/02/2022

La Iglesia, una comunidad fraterna y cuidadora

Impresiones de la VIII Jornadas de Teología de la Caridad, organizadas por Cáritas Española, en las que participaron tres agentes de Cáritas Diocesana de Jaén.

De siempre he  tenido claro que nuestra Iglesia es una comunidad fraterna. Una comunidad en la que todos los seres humanos, más allá de razas, nacionalidades o religiones, somos hermanos, hijos de un mismo Dios al que rezo y rezamos como “Padre Nuestro”. Pero quizá se me escapaba, o no  me había parado a reflexionar hasta ahora, que la Iglesia es una comunidad fraterna y cuidadora. Y es sobre este segundo adjetivo sobre el que han girado las XVIII Jornadas de Teología de la Caridad, organizadas por Cáritas Española, en las que hemos participado tres miembros de nuestra Cáritas Diocesana de Jaén. En ellas se ha lanzado un mensaje claro y contundente sobre la necesidad de cuidado que tiene la sociedad actual. Una reflexión muy acorde con el mensaje que, a lo largo de su pontificado, está desarrollando el papa. Francisco nos propone la “cultura del cuidado” frente a la “cultura de la indiferencia”. Nos alienta al cuidado de la “casa común” en su encíclica Laudato Sí. Nos invita una “cultura del cuidado» como camino para llegar a la paz y eliminar la «cultura del descarte» en el mensaje para la 54ª Jornada Mundial por la Paz de este pasado año. 

Cáritas ha congregado en Málaga a un grupo de personas expertas que están dedicando mucho de su tiempo de reflexión y estudio a entender y difundir que supone esta “cultura del cuidado”. Estas personas nos ayudaron a responder a una gran pregunta que nos solemos hacer en Cáritas, y que la formula Vicente Martín, delegado apostólico de Cáritas Española: «¿Qué tenemos que cuidar para cuidar bien especialmente a los más frágiles?». La respuesta la hemos encontrado en estas jornadas desde distintas perspectivas. Por un lado, una más teológica y de la Doctrina Social de la Iglesia, aportada por el jesuita Julio Martínez, profesor de Teología Moral, que nos habló sobre la vinculación del cuidado y del encuentro en el magisterio del papa, a la luz de la parábola del buen samaritano. Nos lanzó un mensaje claro y contundente sobre la vocación política, entendida como servicio, del cuidado, como categoría central para un desarrollo sostenible y para la paz. 

Especialmente conmovedora me pareció la ponencia de la teóloga y profesora de Teología Moral  Marta López, que, además, es enfermera de profesión, y este dato lo quiero resaltar especialmente, porque en su ponencia se descubría el lado más humano, más a pie de cama, de lo que supone cuidar a otras personas y, desde ahí, hacer la lectura teológica de toda esa experiencia.  

Luis Aranguren, filósofo y teólogo, nos habló de la ética de los cuidados. Nos mostró, con su brillante ponencia, cómo la ética del cuidado nos lleva a emerger en un nuevo paradigma que echa por tierra muchas de nuestras formas de entender y actuar en Cáritas y en la vida en general. Insistió en el reconocimiento  del cuidado como aquello que nos hizo humanos. 

Pudimos seguir reflexionando con el conversatorio o mesa redonda sobre la sociedad de los cuidados. En él participaron Fernando Vidal, profesor de Sociología en Comillas; Montse Escribano, filósofa y profesora de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia, y el teólogo y profesor José Laguna. Los tres nos ayudaron, cada cual desde su perspectiva, a reflexionar sobre cómo llevar los cuidados más allá del ámbito de lo privado, de lo familiar y del ámbito del mercado, e introducirlo en lo público. A descubrir cómo el cuidado ha sido una tarea especialmente realizada por la mujer y que ha de ser asumida en estos momentos de forma igualitaria por hombres y mujeres, si de verdad queremos un cambio social.   

Como conclusión, solo me queda decir que el haber participado en estas jornadas me está aportando gran luz para mi vida personal. Luz y compromiso que revierte en la tarea que realizo en Cáritas, llevándome a entender que el cuidado constituye nuestra propia esencia como seres humanos y, por tanto, seres vulnerables. Me ha hecho ver que el cuidar no es algo opcional, sino que es condición de nuestro modo de ser. Constituye la esencia de nuestra Iglesia y, por ende, de Cáritas.